
Shadow AI: El riesgo silencioso que acecha a las empresas
19/08/2025
En un mundo donde la inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta cotidiana, muchas organizaciones enfrentan un nuevo enemigo silencioso: el Shadow AI. Un fenómeno tan común como peligroso, que ocurre cuando empleados —desde becarios hasta directivos— usan herramientas de IA sin autorización ni supervisión, comprometiendo datos, procesos… y hasta la reputación de la empresa.
¿Qué es exactamente el Shadow AI?
El término Shadow AI surge por analogía con el ya conocido Shadow IT, y hace referencia al uso de tecnologías de inteligencia artificial fuera del control de los departamentos de tecnología o ciberseguridad. Esto puede incluir desde prompts a ChatGPT para resolver tareas, hasta el uso de generadores de código, imágenes o análisis predictivo… todo sin seguimiento ni protocolos.
Según el Insider AI Threat Report de CalypsoAI:
- El 52% de los empleados usaría IA aunque eso viole la política de su empresa.
- Un 35% de los ejecutivos admite haber compartido información confidencial con sistemas de IA.
- Un 67% de los líderes dice que usaría IA incluso si rompe las reglas.
¿Por qué es tan grave?
Porque mientras las empresas se obsesionan con los beneficios de la IA, están ignorando el peligro más real e inmediato: que la IA ya se está usando —y mal— sin ningún tipo de control.
- Se están compartiendo bases de datos, contratos, correos internos o detalles estratégicos con modelos que no garantizan confidencialidad.
- La línea entre eficiencia y negligencia se desdibuja cuando los líderes usan agentes IA sin que los equipos técnicos puedan auditar esos procesos.
- Y lo peor: se está generando una confianza ciega en sistemas que nadie entiende del todo.
¿Esto se puede detener?
Más que detenerse, debe regularse e integrarse con inteligencia. Lo que no funciona es prohibir la IA, porque eso solo lleva a que los empleados la usen por fuera del sistema.
Lo que sí funciona es lo que CalypsoAI llama habilitación estructurada:
- Crear accesos controlados a herramientas IA.
- Implementar trazabilidad de resultados.
- Cuidar el tratamiento de información sensible con sistemas de redacción automática.
- Capacitar a empleados según su rol.
- Establecer políticas claras, con ejemplos realistas y recordables.
- Diseñar un catálogo oficial de modelos y casos de uso autorizados.
No es un problema de tecnología. Es un problema de liderazgo.
Uno de los hallazgos más alarmantes del informe es que el uso descontrolado de IA no proviene solo de empleados “rebeldes”, sino del propio liderazgo. Quienes deberían dar ejemplo, están rompiendo protocolos para “ser más eficientes”, sin pensar en los riesgos de seguridad, cumplimiento o imagen pública.
Y aquí la lección es clara: si el liderazgo falla, todo el modelo de gobernanza se desmorona.
La IA no es el problema. El problema es cómo la usamos.
La inteligencia artificial puede aumentar la productividad, reducir la carga cognitiva y liberar el talento humano para tareas más estratégicas. Pero sin una política clara, se convierte en una bomba de tiempo digital.
Lo urgente hoy no es frenar la innovación, sino crear estructuras inteligentes que la contengan. Porque si no sabemos cómo se usa la IA dentro de nuestra organización, ya no tenemos el control… y eso, en el mundo actual, es el mayor de los riesgos.